Despertares lingüísticos

El antiquísimo mito de la Torre de Babel refleja perfectamente la situación del mundo actual. Todos intentamos trabajar en un proyecto común, aunar esfuerzos, pero a veces las barreras lingúísticas nos impiden una correcta comunicación. (quizá este sea un problema más de hispanohablantes).

Es cierto que los hay que como las resbaladizas anguilas nos escapamos de estos «misunderstanding» mediante la mímica o la gesticulación. (el típico hablo español con la boca más abierta y más despacio). Pero aunque se llegue a hablar de cualquier tema muchos pequeños detalles y sutilezas se quedan en el tintero.

No creo que pueda llegar a conocer bien a una persona que solo habla inglés, al menos con mi actual comprensión del mismo.

Pero lo que hoy quiero resaltar es justo lo contrario, es el fenómeno que se produce cuando una de las dos personas comienza a hablar el idioma del otro. Lo llamaré despertar lingüístico.

Cuando alguien despierta a un idioma se produce algo maravilloso, mi amigo Recep por ejemplo, ya hablaba turco, inglés e italiano pero cuando comenzó a hablar español, se volvió para mí todavía más cercano. La comunicación se hizo mucho más fluida.  Aunque a veces nos gustaba volver a hablar en italiano.

De momento yo solo he despertado una vez y creo que el momento justo en el que despiertas, es cuando comienzas a soñar y a pensar en ese idioma.

Mi amigo Yura explica muy bien este fenómeno, e incluso cree que una persona es tantas personas diferentes como idiomas hable.

¿Qué opináis vosotros? ¿Qué despertares linguísticos os atraen?

Campo de Trabajo: Torres Atalaya de Montefrío

Durante 15 días, en el verano de 2008, en una rotonda de acceso al pueblo de Montefrío (Granada)  un grupo de jóvenes provenientes de distintos puntos de España nos convertimos en peones de construcción, bajo las  órdenes de un albañil local y el arqueólogo Rafael Pedregosa Megías, construimos una reproducción  de una antigua «Torre Atalaya». Para devolverle a este pueblo un trozo de su pasado.

En la época musulmana se construyeron estas torres como sistema de defensa y comunicación. Durante la noche un fuego permanecía encendido en lo más alto de la torre y si era necesario se enviaban señales de una torre a otra.

Nuestra réplica de Torre Atalaya constaba con unas dimensiones más reducidas pero usamos los materiales de la zona. Transportábamos las piedras en carretillas, hacíamos la mezcla para el cemento, nos subíamos al andamio o hacíamos de aguadores, bajo un sol de justicia.

Nos hacían madrugar pero merecía la pena levantarse y disfrutar de un estupendo desayuno en comunidad preparado por cocineras del pueblo.

Quizá fuese porque hablábamos el mismo idioma o porque no aspiramos que llegará hasta el cielo, por lo que conseguimos levantar nuestra torre.  No ocurrió como en la bíblica torre de babel,  y trabajo en equipo y el entusiasmo fueron nuestros cimientos.

Cuando volví a casa tuve la sensación de haber hecho algo grande, después de todo lo habíamos construido con nuestras propias manos.

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Pero nuestro campo de trabajo arqueológico no consistió solo en la construcción de la Torre, también realizamos una maqueta a escala en la que nos ayudó Eli Cano, hicimos juegos, prospecciones arqueológicas sobre todo en busca de restos de cerámica, una visita la Iglesia de la Encarnación en Montefrío  (única en su género con una gran bóveda redonda)

Visitamos también un yacimiento romano en Almedinilla donde nos ofrecieron una cena espectáculo al estilo de la antigua roma: comida en hojas de parra, vino caliente, bailarines. Todos estábamos ataviados con túnicas y coronas de laurel en la cabeza.

Fue una experiencia irrepetible que le recomiendo a quien quiera conocer otras realidades en España y otras culturas.