Espíritu animal

En ocasiones algunos conceptos, ideas absurdas que rondan mi cabeza van tomando forma de teorías. Son mi manera de modelizar la realidad, comprenderla un poco mejor,  son mi realismo mágico…

En aquel local había pajitas de más un metro para tomar los cócteles, las mejores conversaciones suelen surgir en las cervecerías pero he aprendido que las atmósferas nacen y mueren en cualquier lugar, solo hay que estar atentos de cuando llega tu momento.

Y le dije a aquel chico: Hay varios tipos de personas, las personas tigre, las personas guepardo y las personas león. Verás, mi exnovio era un guepardo, ahora he conocido a una persona que es un león. No es una persona que finge ser un león, es un verdadero león.

-¿Y eso? ¿Hay más tipos de personas? ¿Tu realmente crees en eso?

– Sí, las personas guepardo viven la vida deprisa, son inteligentes y calculadoras, y son mucho más egoístas. Las personas león son «reyes» por naturaleza, hablamos de fuerza, hablamos de valor y coraje. Son capaces de velar por los demás y solo actúan cuando es necesario.

-¿Y tu que clase de persona eres?

-Yo soy una leona, esta claro.

-No me creo esto…no tiene mucho sentido.

– Eso es porque tal vez tu seas una persona tigre, hasta ahora nunca había conocido una persona tigre por eso no tengo muy claras sus características. Pero pienso que son intermedias entre las dos anteriores.

Explorando el silencio

En 1996, tenía 13 años y creía que lo sabía todo. Como para  la gran mayoría de chicas los 16 significaban ser casi adulta. Mi percepción del tiempo era distinta, todo pasaba a cámara lenta pero a la vez cada pequeño detalle estaba cargado de significado.

Recuerdo perfectamente el estreno de la película «Jóvenes y brujas, marco un antes y un después. Estuve apuntito de apuntarme a la moda gótica de aquella época. Años después aparecerían los emo (me han dicho que emo se escribe sin hache, para mí es raro porque pensaba que la palabra venía del grupo Hemo de la hemoglobina sanguínea), que con todos mis respetos son una versión «pet» de los góticos. En el fondo me hubiese encantado pertenecer a una tribu urbana.

Y allí estaba yo, creciendo en un cole de monjas de un barrio cualquiera de Madrid. Los mayores problemas que surgían en clase era que me tenían que echar porque no paraba de hablar, desde el momento que aprendí a hablar no paré.

Soy esa persona que se para en cada esquina, cada 10 metros para hablar. En el fondo no me suele importar mucho el contenido de lo que cuento, lo que me encanta es hablar y hablar.

Pero volvamos a la película, la protagonista Sarah, es una bruja nata y cuando desea algo se cumple. «Una vez desee estar tranquila y me quede sorda una semana». Pues bien, desde hace meses no tengo tantas ganas de hablar, de hecho prefiero estar en silencio haciendo cosas o leyendo. No es que no me pasen cosas fascinantes simplemente es que creo que mi voz se debe tomar unas vacaciones.

Llevo meses con afonías intermitentes, de cantar ni hablamos y en el trabajo me han dicho que lo mismo me tienen que operar.

Si me operan, el supuesto castigo serán 10 días en silencio, muchos son los que dicen ya que no lo conseguiré.Pero considero que es una oportunidad fantástica para explorar el silencio, para ordenar todas mis ideas, para hacer un alto en el camino y para cuestionarme quien soy.

Confieso que siento algo de miedo a perder la voz pero sé que tengo una capacidad innata para transmitir, así que seguro que encontraría otros modos de comunicarme. Cuando pienso en eso recuerdo Ariel la sirenita de la película de Disney, si una chica que no ha pisado la tierra es capaz de conquistar a un príncipe, yo no tendré ningún problema en conseguir lo que me proponga.

Imaginándome un futuro mejor, tal vez después de la operación mi voz sea más clara, más personal, más seductora, más potente, pueda cantar mejor y esto me ayude a potenciar dotes de comunicación ya me imagino dando conferencias.